Los entrenadores tenemos que estar siempre atentos a cualquier situación e intentar buscar la solución mejor para nuestro equipo, ante cualquier adversidad tenemos que saber como actuar, ya que el futbol no solo se juega con los pies, tambien con la cabeza, he preparado una guia para ver como actuar mejor en cada situación, ya sea global o individual, hoy os muestro la primera parte de esta guia, la segunda la publicaré en los proximos días.
Marcar un gol.
Cada vez que tu equipo marca un gol es un momento de felicidad.
Sin embargo, después de la bien merecida celebración, el objetivo de cada jugador,
justo después de haber marcado y de unos segundos de felicidad, debe ser recuperar de inmediato su concentración plena.
Cuando un jugador está desbordado por la alegría y no controla sus
emociones, el resultado es una pérdida de concentración.
Cualquiera que esté metido en el mundo del fútbol sabe que se marcan muchos goles en los 5 minutos siguientes a marcar o encajar un gol.
Un equipo que ha celebrado demasiado un gol no vuelve al partido plenamente concentrado, comete fallos y en consecuencia encaja un gol. Esto les sucede a los mejores jugadores y equipos. Tu objetivo como entrenador es recuperar de inmediato la concentración plena de tus jugadores.
Un jugador tiene que saber que después de marcar un gol, manifieste
sus sentimientos positivos, respire hondo varias veces, que se hable a sí mismo
y recupere el control de sus emociones y de su concentración.
Cuando se reanude el partido tienen que estar plenamente concentrado en él.
El jugador que vea que el resto de sus compañeros no han recuperado la concentración plena, tendrá que tratar de parar el juego. Echar el balón fuera, cometer una falta lejos del área y detener el partido. Hay que hacer algo para darles unos segundos más a sus compañeros para que se tranquilicen.
Deberías entrenar esta situación y la rápida recuperación del control emocional y de la concentración. Haz uso de las situaciones en los entrenamientos y en los partidos amistosos y de entrenamiento para practicar el recuperar la concentración después de marcar un gol. También es importante que entrenes este tema con todo el equipo.
La alegría real sólo puede existir después del pitido final.
Encajar un gol.
En realidad, la situación después de encajar un gol es similar al estado después de marcar un gol. Por supuesto, ahora hablamos de pena, enfado, frustración, etc., en contraste con la alegría que sentimos después de marcar gol. Sin embargo, el problema es el mismo: control emocional y rápida recuperación de la concentración plena.
Cuando esto no ocurre, podemos ver que un equipo que acaba de recibir un gol, inmediatamente, en menos de 5 minutos, encaja otro. Los jugadores que se dejan abrumar por la tristeza no están plenamente concentrados en el partido, y ello resulta en fallos que pueden llevar a encajar otro gol.
También es necesario entrenar esta situación, y saber qué hacer después de encajar un gol.
Tambien es posible sacar provecho de la falta de concentración del rival para tratar de marcar un gol rápido.
A nivel individual de cada jugador, el objetivo debe ser conseguir de inmediato una concentración plena. Es importante conservar la autoconfianza, la fe en la capacidad del equipo y en la de uno mismo, para remontar un marcador adverso y ganar el partido.
Justo después de encajar un gol, procura animarte y tranquiliza a los jugadores que tengas cerca por el gol: “Vamos a luchar más y a remontar”.
Si notas falta de concentración en algún jugador, avisa y trata de hacer que paren el partido en cuanto te sea posible, para así ganar unos segundos muy valiosos.
Un fallo tuyo o de otro jugador.
Los fallos son parte del juego, todo jugador comete alguno durante un partido. El objetivo es, por supuesto, reducirlos al mínimo. Hay fallos que causan un daño inmediato, como los fallos de un central, del portero, etc., y hay fallos que se perdonan fácilmente, como los de un delantero.
El objetivo más importante después de cometer un fallo es que se olvide de él lo antes posible, sin perder la concentración, la autoconfianza y la fe en su habilidad. Un jugador tiene que entender que cuando cometa un
fallo, lo mejor es asumirlo de inmediato y reconocerlo y luego pensar en como hacer para mejorar la situación y sacar al equipo de donde lo ha metido o donde lo ha podido meter, siempre con una critica constructiva
El objetivo del jugador tiene que ser: desconectar del fallo y concentrarte en lo que está sucediendo en el partido en ese preciso momento. El fallo, por muy doloroso que fuese, ya pertenece al pasado, ¡ya está hecho!
Si no olvida el fallo le afectará el resto del partido y le hará perder la concentración, y así cometerá más errores.
Cuando un compañero de equipo cometa un fallo (no importa lo grave que sea ni su resultado), debes tratar de que el equipo lo olvide rápido y que vuelvan al partido rindiendo al máximo. Que todo el equipo se ponga a gritarle al portero por fallar y encajar un gol no sirve de nada. Sólo consigue romperle la concentración y quitarle autoconfianza y fe en su habilidad personal para no
cometer más fallos. Obviamente, eso no es lo que quieres. Los jugadores están enfadados y frustrados, pero deben reaccionar de un modo totalmente distinto. Deberían acercarse al portero a la primera oportunidad que tengan (hay jugadores que tienden a alejarse de uno que ha cometido un fallo y a dejarle solo; otra reacción que no le vale de nada al equipo), y decirle alguna palabra de ánimo, hacerle sentir que están con él aunque falle, y decirle: “¡Vamos! ¡Concéntrate! ¡Vamos a ganar el partido!”, etc.
Si el jugador está lejos de ti, hazle una señal de ánimo; y si está a tu lado, dale ánimos.
Por supuesto, al jugador que ha cometido un fallo debe hacérsele responsable de él y, desde luego, debe servirle de aprendizaje, pero eso hay que hacerlo en el descanso o después del partido. El entrenador tiene derecho a sustituir a un jugador que haya cometido un fallo. Sin embargo, también en este caso la sustitución ha de hacerse con sentido, y no como resultado de una explosión de emociones (ira, etc.).
Un buen equipo es aquel cuyos jugadores saben que pueden fallar. Se puede intentar pasar el balón entre 8 jugadores y fallar el pase, pero está prohibido hacer ese mismo pase dentro de tu propia área. Un defensa puede subir a ayudar en ataque, pero debe asegurarse de que alguien cubre su subida, y no debe subir al ataque cuando ya lo han hecho todos los centrocampistas y defensas.
En un buen equipo, los jugadores saben reconocer sus propios fallos y los de sus compañeros y seguir jugando sin perjudicar el juego del equipo, ni la concentración, ni la autoconfianza ni la fe en la habilidad personal y del equipo.
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