miércoles, 11 de enero de 2012

ALGUNAS PAUTAS PSICOLÓGICAS DEL ENTRENADOR Y LOS JUGADORES EN LOS ENTRENAMIENTOS Y EN LOS PARTIDOS



DURANTE LOS ENTRENAMIENTOS

Los entrenamientos son encuentros intensos de práctica y comunicación con los jugadores donde el entrenador ajusta los fallos que vio durante el partido.
Todas las correcciones del sistema de juego y de los detalles técnicos se deben realizar en el entrenamiento. En el momento del partido sólo hay que recordar por encima el sistema de juego pero no los detalles menores. Sobre estos hay que confiar en que el trabajo en el entrenamiento estuvo bien realizado y que los jugadores lo van a realizar bien. Los errores que surjan en el juego deben ser anotados y trabajados en el próximo entrenamiento.
Los comentarios sobre estos fallos no se deben hacer de cualquier modo, sino que la habilidad del entrenador reside en encontrar las palabras para que en la mente del jugador no quede un registro negativo. Todas las correcciones deben basarse en el reforzamiento positivo. Si la corrección es una crítica negativa el jugador no escuchará o perderá parte de su confianza.

Los delanteros de los equipos deben tener una preparación mental especial orientada a la concreción del gol. Esta preparación tiene que combinar de manera excelente los niveles técnicos y de autonomía, criterio y creatividad del delantero, para que su impulso y visión de gol no encuentren en la técnica una limitación.
Hay una diferencia muy grande entre el momento del entrenamiento y el momento del partido que el entrenador y el jugador deben comprender. En el entrenamiento se analizan y trabajan los puntos desde el punto de vista estratégico y técnico, pero llegado el momento del partido todo se hace con una síntesis instintiva e intuitiva.
Si el jugador empieza a realizar análisis o consideraciones técnicas en medio del partido está perdido.
Es muy bueno que los jugadores compartan un buen momento distendido y alegre en la concentración previa al encuentro.
Nunca se debe hacer un cambio por el hecho de que el jugador haya cometido un error, y si el cambio se iba a realizar y el jugador comete un error, es conveniente esperar y realizarlo después. Si el jugador siente que se lo sacó por el error no volverá a intentar jugar por temor a equivocarse, y esto atenta contra la confianza.
El técnico autosuficiente no se apoya en un asesoramiento profesional porque siente vergüenza de parecer que necesita de un psicólogo. La clave del alto rendimiento no es necesitar ayuda sino aprovecharla al máximo. Un entrenador de alto rendimiento es el que confía que su equipo y sus colaboradores saben hacer las cosas muy bien y lo pueden ayudar a ser mejor.
Las correcciones excesivas desde el banquillo sólo generan desconfianza en los jugadores, que por respeto al entrenador no le devuelven el comentario con un menosprecio. El jugador se siente pleno en la confianza de desplegar un juego valioso, y todas las críticas que se dan en ese momento sagrado son percibidas de manera negativa. El jugador sólo espera que su técnico le exprese que confía en él y eso se traduce en que no tiene que estar desde el banquillo relatándole lo que tiene que hacer a cada momento.
En el juego por equipo cada jugador debe focalizarse en el rol que debe cumplir para desempeñarse bien. Si se da el lujo de irse con su cabeza a otro lugar, donde pretende hacer justicia o descargarse emocionalmente, olvida que deja un grupo del cual forma parte y es responsable. Actitud que le otorga una ventaja al equipo contrario.
Todo el equipo sufre una caída en la concentración. Más aún si la reacción del jugador termina en una expulsión, que implica dejar al equipo en inferioridad de condiciones, con la desventaja que da tener un jugador menos en el campo.
Se deben despejar todos los agentes que favorecen la desconcentración. El sentimiento de impotencia es la madre de la violencia y se elimina con el desarrollo de la confianza.
La confianza se desarrolla en un esquema de juego estable y homogéneo. Por eso no se debe entrar en la provocación de analizar y criticar el arbitraje, o a los adversarios o peleas con los propios compañeros, inclusive muchas veces para no romper la estabilidad es necesario no escuchar al entrenador. Entrar en estas provocaciones rompe el ritmo homogéneo con quiebres. Estos quiebres también se pueden dar por los goles, ya sean a favor o en contra, es decir, todas las alteraciones que tienen que ver más con el resultado y no con el juego.
Los partidos son pruebas de obstáculos. Los obstáculos fáciles son los obvios como por ejemplo el otro equipo y los difíciles son los encubiertos, aquellos obstáculos en los que se entra sin darse cuenta. Estos últimos son las llamadas provocaciones que vienen del análisis del arbitraje, de las discusiones con el equipo contrario, o con la grada. Aquel que consigue no entrar en esas provocaciones y que puede seguir metido en el mejor despliegue de su juego está en el estado óptimo del alto rendimiento.
Los equipos excelentes son los que terminan jugando bien el partido, no los que lo empiezan bien.
El descanso es un momento donde el entrenador debe tranquilizar y redoblar la confianza de su jugador o jugadores.
El reforzamiento positivo en el descanso es fundamental y sólo se deben marcar pequeños cambios tácticos que nunca deben ser planteados como errores o críticas.
En el descanso no hay tiempo para absorber conocimientos. Si el entrenador se centra en marcar los errores que se cometieron, la única idea que prima en la cabeza del jugador es que se equivoca

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