miércoles, 12 de diciembre de 2012

La habilidad del entrenador

La habilidad de un entrenador, y más en concreto de uno de fútbol base, se traduce en la capacidad de transmitir a sus jugadores sus conocimientos técnicos, tácticos, de preparación física y de comportamiento, con el fin de que los hagan suyos, convirtiéndose, si ello es posible, en mini-jugadores dotados de un sano espíritu competitivo.
Es indudable que el grado de preparación varía de un entrenador a otro; sin embargo, lo que debe ser común entre todos, es el modo en el cual proponer las actividades a los niños para obtener resultados apreciables.

La relación que se debe instaurar con los niños no debe ser autoritaria; el entrenador puede ejercer el papel de jefe del grupo sin comportarse como un dictador; se pueden imponer reglas y hacerlas respetar sin la amenaza del castigo... todo está en saber crear una relación de confianza entre los jugadores y el entrenador y entre los mismos jugadores.
Así como no es eficaz la figura del entrenador déspota, tampoco la figura del entrenador “amigo” tiene gran futuro: tiene el peligro de ser avasallado por el grupo que no llega a distinguir entre los momentos de bromas y los momentos serios, la diversión del trabajo.
Los jugadores deben recibir de nosotros, los entrenadores, enseñanzas: no gritemos a un jugador por un error, guiémoslo hacia la solución del problema que no ha sabido resolver por sí mismo, démosle indicaciones útiles para el fin deseado; en relación a una situación del juego digámosle qué debería o qué no debería haber hecho... sin adentrarnos ahora en disquisiciones relativas a los métodos inductivos y deductivos...
Primera pregunta: ¿Es preferible un entrenador medianamente preparado, tal vez sin “carnet”, que se maneja bien con los niños y consigue transmitirles el 100 % de sus propios conocimientos o un entrenador que esté al día en todo cuyo primer objetivo es demostrar su propio valor, angustiado por el hecho de no ver traducidos en resultados apreciables sus esfuerzos semanales?. ¿Tiene sentido bombardear de informaciones biomecánicas a un “pequeñín” que no sabe golpear bien el balón?. ¿O es preferible no saber ni siquiera qué es la biomecánica del gesto pero si cómo intervenir de forma adecuada para alcanzar el fin?.
De lo dicho anteriormente se evidencia que casi es más importante el CÓMO que el QUÉ se enseña!
Segunda pregunta: ¿La palabra resultado se asocia al marcador final de un partido o a una valoración sobre la evolución técnico-comportamental de nuestros jugadores? En el fútbol base, que se mueve obviamente de forma distinta al fútbol profesional, el error que un entrenador no debe cometer es el de perjudicar al niño como individuo en proceso de formación; paradójicamente, es aceptable un error técnico efectuado por el jugador: ¡hay que tener paciencia!, en todo caso, el proceso de desarrollo técnico deberá ser ralentizado y revisado; sin embargo, no es justificable de ningún modo un error, ya sea sustancial o de forma, en la manera de relacionarnos con los niños.
El entrenador no debe usar el equipo que entrena como medio para realizarse en primera persona; más bien debe ser la guía, siempre en un segundo plano, gracias a la cual los niños se desarrollan comparándose consigo mismo y con los demás.

2 comentarios:

  1. No soy entrenador profesional, sino de futbol sala de niños. Bajo mi humilde punto de vista para manejar un grupo de niños mi método consiste en presentarme como una persona seria y fría. Los niños me miran, al principio, un poco dubitativos, casi diría temerosos. Luego, empiezo a abrir la mano con juegos teatrales,(fui actor semiprofesional hace años), que propongo. Si un niño es muy activo e incordia, lo primero que hago es agacharme y mirarle a los ojos, serio, dando a entender que no me gustó esa conducta agresiva, (patadas y demás) y después de charlar con él un rato, sobre la razón de la patada, le mando pedir perdón al agredido. Luego al banquillo conmigo. Una cosa que suele funcionar es las "técnicas de externalizacion", son muy teatrales, y consisten en lo siguiente. Cuando un niño incordia mucho, saltando a jugar cuando tiene que estar sentado, cogiendo el balón con la mano, cuando no debe hacerlo, pegando patadas como un carateca a otros niños, suele funcionar hablar con el niño y preguntarle si cree que es bueno pegar patadas a los demás niños, (algunos niños son muy listos y te dirán que es bueno porque lo hizo x o y intentando justificarse, lo mejor para eso es preguntar si les gustaría a ellos recibir una patada, u otra cosa que no les gustaría), una vez que se llega a un acuerdo sobre lo malo que es pegar patadas, le preguntamos, Tu eres un niño bueno pero a veces pegas patadas ¿Que te hace pegar? ¿Por qué les pegas si sabes que es malo?, ETC. Normalmente, los niños te dicen que les pegan porque sienten rabia o porque así me hacen caso o porque así logro que el entrenador me quiera o porque así mi padre se preocupa, o etc. Eso es justo lo que hay que externalizar. Si lo que hace pegar es "porque así logro que me hagan caso", exteranlizamos esto, preguntando. ¿Quien te dice que es bueno pegar patadas para que te hagan caso?, los niños normalmente dicen "no sé o nadie, etc", nosotros respondemos, "¿Quien crees que te diría que pegar patadas es bueno para que te hagan caso?. Los niños pueden no saberlo muy bien, entonces le pedimos que nos lo dibujen, si no son capaces, podemos darle una serie de figuras, como clips, o presentarle un montón de dibujos de personajes, como duendes, nomos, hadas, dragones, bob esponja, animales etc, Una vez identificado el personaje, veremos que el niño identificará un personaje malévolo, o un personaje, que no es bueno, al menos. Nuestra labor será ahora hablar sobre ese personaje, ¿quien es? ¿que hace?,¿que quiere de ti, este duende? ¿Por qué le gusta tanto fastidiarte a ese duende?, Vaya!!, veo que este duende se ríe mucho cuando te portas mal...¿Y por qué crees que le gusta tanto?. Finalmente se concluye, que el duende malo se hace más grande, a medida que el niño se porta mal, pues se alimenta de maldades, y que cuanto mejor se porta, el duende se vuelve más pequeño.La pregunta de ¿Te gustaría domar a ese duende u otro personaje ?, estimulará al niño a portarse mejor. UnA vez instaurada la externalización, el niño se va portando mejor y nos hará más caso en el entrenamiento. Así que en el momento que veamos que ya no pega, le damos un diploma, y lo celebramos, como "el día en el que nuestro niño se convirtio en un experto domador de duendes malignos". Puede parecer una tontería, pero algunos niños que yo entrené, gracias a este tipo de estrategias de juego, han llegado a jugar al fútbol a nivel profesional. Los niños, sin duda son materia prima, y hay que ponerles límites, no podemos consentir que nos tomen por un igual, puesto que no lo somos, pero debemos saber ponerles estos límites de un modo positivo. Saludos y gracias por su página.

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    1. Hola, primero agradecerte la colaboración con mi blog y con todos los seguidores que lo leen diariamente. Decirte que no has dado un buen consejo que a mi se me escapa porque no he tenido nunca equipos por debajo de alevines, por eso no me expreso mucho en terminos psicológicos, ya que a partir de 11 o 12 años ya es más dificil sacarle información a los niños con el método que has explicado aqui, por lo menos nos servirá para la gente que le haga falta en sus equipos con niños pequeños, la verdad es que es un consejo fantástico.
      Enhorabuena y gracias de nuevo.

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