jueves, 14 de febrero de 2013

El Portero

Reza un viejo dicho que “los errores del arquitecto se tapan con columnas; los del cocinero, con salsas; los del médico, con tierra, y los del arquero, con insultos”

En un equipo de fútbol es obvio destacar la importancia de la figura del portero. Éste es un elemento vital en el buen funcionamiento de un equipo durante un partido. Es el jugador más especializado y el más singular, se le permite coger la pelota con las manos, viste diferente, puede usar gorra, tradicionalmente usa el número uno, piensa distinto, puede prevenir goles y los festeja solo, además es el puesto más difícil para ser suplente ya que el jugador de campo de una forma u otra, si es bueno encuentra una ubicación aunque no sea la suya.
Una buena actuación del portero transmite seguridad y confianza al resto del equipo así como se produce el efecto contrario en el rival, cuya confianza en vencer disminuye al notar que el logro del gol es muy complicado.
En nuestros días el fútbol se ha hecho mucho más dinámico y agresivo en virtud de una preparación física más exhaustiva y de carácter científico. La tendencia a acortar más los equipos acercando a los jugadores, a la aplicación del fuera del juego relacionado con el “pressing” imponen al portero un comportamiento táctico más completo en el sentido de que se le exige más bien una cierta habilidad tras los palos que en las salidas fuera de los palos, además de una colaboración más intensa con los compañeros de equipo. (Bonizzoni y Leali, 1995).
 
De este modo “El entrenamiento del portero más acorde con su nueva función no será ya sólo un entrenamiento técnico y físico de forma individual, en el que su única relación con el equipo sea en los partidos de entrenamiento y en el oficial, sino un entrenamiento que tendrá que incorporar la táctica y deberá estar integrado con sus compañeros de equipo para conseguir un buen manejo del balón con el pie y una mejora de las percepciones espacio-temporales, determinantes para las salidas a balones a la espalda de la defensa, despeje de centros…” (Yagüe, 2001).
 

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