El objetivo de la etapa infantil es el desarrollo:
c.- Psicológico.
Nos encontramos frente a un ámbito de preparación en auge. Si hasta no hace muchos años la atención al apartado psicológico podría calificarse de marginal, hoy en día son muchos los equipos, clubes, deportistas individuales o federaciones que atienden y cuidan de manera específica la atención sicológica del deportista.
De todas formas, y en el caso que nos ocupa, alguien pensará que en el contexto en el que nos desenvolvemos y con los medios y el tiempo de los que dispone habitualmente el entrenador de categoría infantil, hablar de preparación sicológica podría sonar a música celestial. Somos conscientes de ello, y por eso queremos recalcar especialmente que nuestra intención no es otra que proporcionar al entrenador unas sencillas pautas que puedan serle de utilidad para ayudar a su equipo a mejorar.
Abordaremos en primer lugar, el tema, sin duda más importante de la preparación psicológica deportiva; la cuestión de las cuestiones: la motivación y su mejora. Pero como ya hemos mencionado anteriormente, que nadie tiemble, intentaremos por todos los medios que el tratamiento sea sencillo, entendible y acorde con la realidad de los muchachos y muchachas de edad infantil.
La motivación
Antes de abordar la cuestión de la motivación como tal, no podemos dejar de obviar las particularidades que caracterizan a los niños en edad infantil. La pubertad es un hecho presente en toda la etapa, que condicionará en gran medida la acción pedagógica en general y la motivacional en particular. La asimilación de los cambios físicos derivará a menudo en estados de inestabilidad emocional, que exigirán del entrenador un esfuerzo suplementario de comprensión y de adaptación a las necesidades del grupo humano con el que llevará a cabo su trabajo.
A continuación, y sin perder de vista nuestra idea de sencillez y claridad, expondremos los aspectos más importantes a tener en cuenta en el entrenamiento de la motivación: fijación de objetivos, preparación del trabajo y clima de trabajo.
1.- Fijación de objetivos:
Precisar los objetivos es una manera de conseguir un compromiso individual y colectivo en el plan de preparación. Para conseguirlo es conveniente utilizar estas estrategias:
- Explicar la finalidad del trabajo. Al deportista le interesa saber no sólo lo que hace sino también para qué lo hace.
- Contar eventualmente con la opinión de los jugadores a la hora de establecer o modificar los objetivos. Ayuda a mejorar la comunicación y, por supuesto, la implicación.
- Fijar objetivos conseguibles. Reforzará la autoestima.
2.- Preparación del trabajo:
La planificación detallada es un factor que incide beneficiosamente en todos los ámbitos de preparación, y, en consecuencia, también en la motivación. Tener un criterio claro de qué es lo que se persigue en cada momento transmite seguridad al propio entrenador y al grupo.
Este aspecto (la preparación del trabajo) guarda una estrecha relación con el punto anterior (fijación de objetivos), siendo su consecuencia lógica: el grupo primeramente sabe el qué y luego conoce el cómo.
Por otra parte, un trabajo adecuado, con una secuenciación lógica y con una propuesta de actividades variada y amena resulta estimulante para el jugador; lo cual, aunque resulte obvio mencionarlo, redundará de manera positiva en el grado de motivación del grupo.
3.- Clima de trabajo:
Podríamos definir el clima de trabajo como la sensación o el conjunto de sensaciones en las que se desarrolla el trabajo. Este clima puede tener un carácter u otro: divertido, aburrido, distendido, monótono, tenso..., y dependerá fundamentalmente del carácter del entrenador y de sus conocimientos propiciar que el ambiente sea el más adecuado para una correcta asimilación de las diferentes propuestas.
A continuación proponemos unos criterios generales y unas ideas o estrategias metodológicas que pueden resultar de ayuda en la consecución de un buen clima de trabajo.
Criterios generales:
- Utilizar los refuerzos (ponderación explícita de una acción), que pueden ser positivos: (apoyo, ánimo, premio...) o negativos: valoración negativa (en cuyo caso es conveniente explicar qué se ha hecho mal y proporcionar una alternativa o salida para corregir el error).
- Premiar el esfuerzo en sí, independientemente del resultado, ayuda a conseguir un buen ambiente de superación.
- Propiciar momentos puntuales de distensión hará el trabajo más divertido y, por ende, más motivante.
- El entrenador procurará ser un referente en cuanto a puntualidad, atención, auto exigencia y respeto hacia el grupo (de vez en cuando tampoco es malo algo de autocrítica).
Algunas ideas o estrategias metodológicas:
- Dejar el diseño de alguna sesión puntual a cargo de algún jugador.
- Sorprender con propuestas inesperadas: juegos, cambios de deporte, celebraciones, traer a alguna persona invitada, etc.
- Acercarse a los jugadores. En este apartado señalar que combinar respeto y acercamiento no siempre resulta fácil. Hay que intentar buscar ese punto intermedio entre el instructor inabordable y el colega.
- Utilizar un lenguaje rico y entendible. Una persona con recursos dialécticos se hace más amena que alguien que se limita siempre a reiterar las mismas consignas.
- Tener siempre presente que la ilusión, el deseo, la ambición...., en definitiva la motivación, son estados de ánimo que se sienten, se trasmiten y son percibidos por los demás. Así pues, el entrenador no debe perder de vista que su disposición anímica o mejor, la manera en que esta se exteriorice, influirá de manera importante en el rendimiento de sus jugadores.
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